sábado, 17 de mayo de 2008

Sed de curiosidad


Cuarta jornada de actividades en la Feria del Libro, seis de la tarde. Cuatro botellitas de agua mineral de medio litro y alrededor de cuarenta personas esperan en la sala María Esther de Miguel a los panelistas que acudirán a la charla bautizada La palabra digital, textos nacidos en Internet, blogs, foros, blogonovelas y nuevas tendencias literarias. El escritor Marcelo Guerrieri; el escritor, traductor y poeta Guillermo Piro; el periodista, productor y escritor Leandro Zanoni y el semiólogo Oscar Steimberg fueron los encargados de llevar adelante el panel. También fue invitado y anunciado el periodista Pablo Mancini, aunque estuvo ausente y sin aviso.

Tras una breve introducción de uno de los miembros de la Fundación El Libro, Horacio López, la periodista de cultura Susana Reinoso, coordinadora del evento, dio inicio al encuentro. Libreta de anotaciones en mano y mirada fija en el público expectante y atento que seguía llegando, citó un fragmento de El Aleph, el famoso cuento de Jorge Luis Borges escrito en 1949, y resumió: “Los artificios creados por este escritor están en nuestra vida hoy”.

La charla se desarrolló en dos etapas diferenciadas por las intervenciones de Reinoso, aunque en ninguna fue protagonista el público, ya que no hubo lugar para debatir ni para intercambiar opiniones. Cada expositor esperó su turno de habla pero ninguno consultó a auditorio si quería hacer alguna pregunta. De camisa a cuadros arremangada, Guerrieri, escritor de la blogonovela Detective Bonaerense, basada en un cuento publicado por la editorial Eloisa Cartonera llamado El ciclista serial, inauguró el panel definiendo lo que él entiende por hiperficción: “Es la ficción en la web –dijo-, un código ampliado de la ficción tradicional. En la blogonovela el cyberlector espera que la narración funcione distinto que en el papel, que no sea sólo texto”. Al igual que Reinoso, Guerrieri comparó las actuales blogonovelas con El Aleph, de Borges, y con Rayuela, de Julio Cortázar. Entre trago y trago de agua, concluyó: “Lo que necesitamos en este actual fenómeno son nuevos Cortázar y nuevos Borges”.

Guillermo Piro, trajeado, con camisa oscura y corbata, salió al cruce de la posición de su colega: “Internet es un soporte innecesario para la literatura”, sentenció. Sin embargo, el periodista y autor de Wimbledon y Nación Apache aclaró que sí está de acuerdo con el blog entendido como nació: “Cuando Internet recién comenzó, sus pocos usuarios usaban los blogs para señalar links de sitios nuevos. Es algo útil para señalar noticias perturbadoras, valiosas, y de eso va el mío". Mientras tanto, Guerrieri seguía tomando agua pero Piro no la necesitaba.

Zanoni tampoco se quedó atrás. “No estoy de acuerdo con Piro”, declaró. Sin desentonar con el aire moderno que le da el pelo largo por los hombros, el periodista propuso algo innovador: “El blog puede servirle al escritor para promocionar un libro que esté por sacar, para contar en qué está y en que estará.” Además, destacó ejemplos de blogs que luego pasaron a un formato en papel, como Bestiaria o las historias de Lola Copacabana en su blog Just Lola.

Claramente, los que resistieron a la segunda ronda de la charla eran muchos menos. Antes de que Steimberg realizara su descargo -era su turno- algunas personas del público se retiraron. Lo que se escuchó esta vez fue una versión ampliada de la primera cuestión. Reinoso pidió a los tres primeros panelistas que contaran sus experiencias personales de contacto con blogs y nuevas tecnologías. La pregunta de Steimberg, en cambio, fue diferente: ¿El quiebre de la linealidad en los textos implica una desestructuración del lenguaje? Dueño de un hablar pausado que le permitía elegir cada palabra pero que desafinó claramente con el tono de los demás panelistas, el semiólogo respondió: “Desde siempre ha habido lectores que abarcan un texto de modo interrumpido. Internet y los blogs hacen perceptible un fenómeno que ya existía”. Después de su escueta declaración, uno de los dos micrófonos disponibles pasó del último panelista a manos de la coordinadora, quien inesperadamente se despidió del auditorio diciendo: “Cada segundo se abre un blog a nivel mundial. Cada uno de ustedes puede ser autor del suyo”. A las siete en punto de la tarde, tras 50 minutos de charla que contrastaron con los 90 que el programa de la Feria prometía, los panelistas se levantaron primero que el auditorio y nadie aplaudió. La gente se fue con gusto a poco en una discusión que daba para mucho más. “Fui a varias charlas de las que se hicieron en la Feria y en todas se armó debate. Creo que las posiciones eran bastante contrapuestas como para generar un buen intercambio de opiniones”, opinó Solange, de 26 años, quien llegó unos minutos tarde al encuentro pero, a pesar de su disconformidad con lo ofrecido, no se levantó antes de que terminara.

En la sala María Esther de Miguel sólo quedaban unos pocos curiosos que discutían entre sí lo que no habían podido discutir con el panel y un puñado de universitarios que buscaban las opiniones del auditorio. Sobre el atril permanecían la botella de agua mineral vacía de Guerrieri y las demás sin abrir. Nadie habló tanto como para que se le secara la garganta. O quizás nadie sintió tanta sed de curiosidad por saber si el libro ya no es el único soporte posible para quienes ejercen el arte de contar historias.





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